No es sencillo que los niños obedezcan normas de conducta, por su propia rebeldía o porque no han sido interiorizadas como debían. Estas son importantes para su educación, pero requiere paciencia, criterio y sensibilidad de parte de los padres para que, le haga llegar correctamente a su hijo la importancia de tener reglas en casa.
Es primordial que muestres autoridad frente a tu pequeño, con firmeza y con cariño, pues habrá momentos donde desafiará estas normas o se rebelará frente a ellas (haciendo pataletas), pero con el tiempo las irá interiorizando hasta que se construya en él su sistema de valores.
Si bien los padres buscamos ser amigos de nuestros hijos, no se debe perder el objetivo de educar y ello implica colocar límites, de modo que se le va enseñando qué es lo bueno y qué lo malo, no solo dentro de casa, sino también dentro de la sociedad, ya que estas pautas le ayudan a comportarse fuera del hogar. Entonces, ¿qué se necesita hacer?
- Colocar pocas normas. Un número reducido, pero conciso de normas le ayudará a entenderlas con facilidad y a no confundirse. Conforme crezca, podrás añadir más.
- Claras. De acuerdo a su edad, es necesario que sepamos expresarles estas normas para que ellos, bajo su corto vocabulario, lo puedan entender.
- Concretas. Ser genéricos no funciona, lo mejor es ser precisos al decirle “Ir a dormir a las 8 de la noche” que “dormir temprano”.
- Congruentes. De acuerdo a su edad, hay que exigirle a cada niño. No se le puede pedir la misma atención a un niño de 5 años y a otro de 2 años.
- Consistentes. Ante la desobediencia de alguna norma, se debe reprender, con una mirada o palabra, o un castigo leve que le haga saber que lo que hizo está mal.
- Graduales. Habrán normas más importantes que otras, todo depende de la edad que tenga tu hijo, por lo que debes tener mucha paciencia.
- Flexibles. Hay límites que no se pueden trasgredir, pero habrán normas que pueden ser flexibles y modificarse de acuerdo a cada circunstancia.
- Consensuadas entre los padres. Ambos padres deben estar de acuerdo en las normas que dan a sus hijos, pues lo peor que se puede hacer es que entre ellos minimicen su autoridad como educadores y confundan a los menores.