Cuando estábamos embarazadas escuchábamos que si tenemos un hijo varón, era mejor armarnos de paciencia porque lo que se venía era una tarea muy difícil.
Y la verdad no se equivocaron, criar niños es una situación que conlleva más tiempo de enseñanza, tolerancia y sobre todo firmeza. Los varoncitos son más activos y siempre están en movimiento, lo que supone que nosotras estemos más alertas.
¿Cómo son los niños?
– Por lo general son más sociables, pero menos expresivos, es recomendable darles mucho afecto y ser cercanos para ayudarlos a liberar sus emociones de manera correcta.
– Tienden a un temperamento fuerte, en algunos casos pueden ser más agresivos que las niñas, pero desde pequeños podemos ir moldeando su carácter.
– La mayoría son bastante activos, siempre están de un lado para el otro, por eso siempre debemos estar alertas.
– Aparentemente son más toscos que las niñas, así que es bueno hablarles y sugerirles cómo comportarse en grupos mixtos.
– Como son más activos, la ropa les dura menos, que no nos sorprenda si a medida que crecen con frecuencia llegan con las zapatillas o polo rotos. Comprar detergente extra es una excelente opción.
¿Cómo podemos educarlos?
– El amor es el ingrediente perfecto para que el vínculo con nuestros hijos sea placentero y maravilloso, mostrarles afecto siempre ayuda considerablemente.
– Si bien es cierto son inquietos por naturaleza, mostrarles que de vez en cuando deben mantenerse tranquilos, como por ejemplo en una reunión, ayudará a no pasar malos ratos.
– Siempre es importante establecer los límites, puede que no tengamos un carácter fuerte, pero las reglas claras le darán seguridad para saber orientar su comportamiento.
– La disciplina positiva es el mejor aliado en la crianza de los niños, los especialistas recomiendan esta técnica para enseñarles a mejorar su comportamiento.
– Por último lo que más requerimos como padres es tener mucha paciencia, los procesos y la crianza toma su tiempo, así que armarnos de valor es indispensable.
Si somos mamás de varones ya sabemos lo que ello implica. Lo que no da lugar a dudas es que son “maravillosos” y en el fondo sus travesuras nos dejan recuerdos y anécdotas inolvidables. ¡Ellos son los hombrecitos de la casa y el mejor regalo que la vida pudo habernos dado!