Pensaba en el trato que damos a las personas que trabajan en nuestras casas, es decir las nanas . Mucha gente parece no entender la importancia de estas personas que son las encargadas de cuidar, proteger, alimentar, entretener y en muchos casos, educar, a sus hijos. Y que también se encargan de atender nuestros hogares.
Mucha gente no se da cuenta que las “nanas/señoras de servicio” tienen a su cargo la vida y la seguridad de las personas más importantes para todo padre de familia: ¡sus hijos!
Tampoco se dan cuenta que, en muchos casos, el trabajo de estas personas es el que permite a las mamás y papás salir a trabajar, realizarse profesionalmente y hasta divertirse. Desde cualquier punto de vista es inapropiado tratar sin consideración, cariño y respeto a estas personas, pero es aún más ilógico hacerlo sin darse cuenta que estas personas tienen en sus brazos a tu bebé.
Si nosotros nos quejamos de ganar poco dinero y exigimos aumentos de sueldo sin siquiera ser responsables de otro ser humano, ¿estamos pagando sueldos justos? Si nos sentimos con derecho a pedir permisos cuando nos enfermamos o deseamos ver a nuestro hijo en la actuación del colegio, ¿estamos siendo nosotras comprensivas? Si nosotras nos sentimos agotadas muchas veces de un trabajo puramente mental ¿brindamos períodos de descanso apropiados a las trabajadoras del hogar que realizan un trabajo más físico? Si a nosotras nos duele la espalda de estar persiguiendo a nuestro bebé mientras camina por la casa por unos minutos o si nos duelen los brazos de cargar al bebé y la pañalera ¿consideramos que la nana puede sentirse adolorida también?
Vivimos en un país con grandes diferencias sociales y racismo, un país que ha sufrido mucho por la intolerancia y la violencia.
Utilicemos el gran poder de cambio que tenemos en nuestras manos como madres y enseñemos a nuestros hijos (y a nuestra familia en general) a respetar a toda persona comenzando por nuestro hogar.
Que nuestros hijos vean que somos realmente conscientes, respetuosas y educadas. Enseñémosles a nuestros hijos a dirigirse con respeto a la empleada del hogar y/o nanas. A pedir las cosas con un por favor y dar las gracias. Enseñémosles a nuestros hijos a ponerse en el lugar de la nana y a respetarla, a considerar que puede estar cansada y que merece tener un horario de descanso apropiado, sin molestias.
Así como las grandes empresas celebran fiestas para honrar a sus empleados, donde se junta la gerente, el portero y la vicepresidenta, también tomémonos un momento para demostrar nuestro aprecio a nuestras empleadas. Un almuerzo en un bonito restaurante, una salida al cine (donde quizá nunca ha ido) o la visita a un museo en su cumpleaños pueden hacer una gran diferencia.
Reconozcamos y apreciemos a estas personas que trabajan para nosotros y que muchas veces quieren a nuestros hijos más que otros miembros de nuestra propia familia. Seamos buenos jefes (como nos gustaría que se porten nuestros jefes con nosotras) y especialmente eduquemos a nuestros hijos para que valoren y respeten a las personas sin importar el color, el apellido o el dinero y para que agradezcan el cariño que las nanas o las personas que los cuidan les tienen.