Los niños expresan muchas emociones sin saber qué significan ni por qué se sienten así, por lo que enseñarles a identificar cada una es importante si queremos que empiecen a desarrollar su inteligencia emocional.
Si bien no es sencillo, ya que se tiene que trabajar desde muy pequeños para que poco a poco entiendan cómo son ellos mismos, con el juego se puede acortar algunos caminos para ayudarlos a manejar sus emociones.
¡Empecemos!
Tenemos que tener en claro cuáles son las emociones primarias (ira, pena, miedo y alegría) y a ello se le debe asignar una palabra, de modo que así se empiece a codificar. No importa si el pequeño aún no se comunica hablando correctamente, porque el tono y la manera de expresarte sí comprenderá. Cuando tengas en cuenta esto, empieza este juego de la siguiente forma:
- Pregúntale qué siente.
Cualquier estímulo puede despertar sus emociones, ya sea pena o alegría, por lo que lo mejor es indagar de manera suave qué sucede. Puedes empezar con preguntas: “¿Te sientes… (la emoción que ves) porque… (la causa o estímulo recibido por tu pequeño?”; por ejemplo: “¿Te sientes triste porque los abuelos se fueron de viaje?” o “¿Estás feliz porque tenemos una mascota?”. Al dirigirte a tu pequeño captarás su atención y ambos reflexionarán.
- Acepta lo que te diga.
Muchas veces no nos ponemos a escuchar atentamente lo que dicen nuestros niños, por tiempo o por cansancio. Ellos tienen mucho que decir y es preciso enseñarles a expresarse y a escuchar sin juzgar con nuestro ejemplo.
- Demuestra que lo entiendes.
Al saber qué le pasa, lo mejor es sintonizar con sus emociones y responder con un “comprendo que te sientas así, porque”, de ese modo también tu hijo decodificará lo que dices y ambos reflexionarán sobre estas emociones.
- Ayúdale a encontrar una solución.
Ahora que saben qué es lo que causa este cambio en sus emociones, ayúdale a encontrar la mejor solución a lo que le está pasando. Por ejemplo: “¿Qué te parece si…?”, tu pequeño te va a escuchar, porque eres su mejor referente para todo. Si bien puedes ser su mejor consejera, no dejes de perder autoridad al enseñarle sus límites, mientras buscan juntos la solución idónea.