Todos hemos escuchado y leído que los cinco primeros años en la vida de un niño son esenciales, es cuando aprenden más rápidamente todo y es la etapa angular del desarrollo. Pero por otro lado, los vemos tan pequeñitos e indefensos que queremos darles gusto en todo, cedemos y les permitimos algunos caprichos “porque todavía es chiquito”, no les explicamos algunas cosas “porque no van a entender”. Entonces llega un momento en que debemos decir “hoy es día de colegio y así te hayas acostado tarde, debes levantarte” ó “tu pediste ese corte de pelo y ya no podemos cambiarlo así no te guste”; y el niño que ya no es tan pequeño se enoja y hace una gran rabieta que no podemos controlar o proyectándono al futuro: el adolescente se deprime y se encierra en su habitación sin querer comer ni bañarse por una semana debido a ese corte de pelo.
Lo recomendable es ir orientando el comportamiento de los niños desde bebés. Sí, así pequeñitos como son ya entienden y van aprendiendo que pueden haber frustraciones, que no todo les puede gustar, que deben esperar, que no son sólo sus necesidades lo primero en el mundo. En realidad no estamos sólo educando su conducta sino sobretodo su aspecto emocional y afectivo. Pero, si como padres hemos sido muy consentidores en los cinco primeros años y ahora, tal vez al entrar al primer grado, nos damos cuenta que hay hábitos incorrectos establecidos en nuestros hijos, estamos a tiempo; siempre estamos a tiempo de cambiar.
¿Cómo hacemos esto?
Por ejemplo, el niño de 4 años está acostumbrado a que le den de comer mientras juega, puede moverse por todas las habitaciones de la casa y la mamá va persiguiéndolo con la cuchara para darle en la boca. Lo adecuado es que se siente a la mesa, frente a su plato de comida, con su cubierto en la mano y coma solo. Se le enseña cómo se hace la primera vez, se motiva para que lo haga y repita una y otra vez, día tras días hasta que se establece este nuevo hábito.
La ventaja de algo que es aprendido es que se puede desaprender para aprender algo nuevo. Va a costar, no es algo rápido, pero se va a lograr con constancia y paciencia. Lo importante es tomar la decisión para que esto suceda, y esa decisión corresponde a los papás.