Ataques de pánico, estrés, ansiedad, insomnio, etc.
Las mujeres somos demasiado perfeccionistas y controladoras. Sólo nosotras podemos hacer las cosas bien y por lo tanto, sólo nosotros las hacemos. Sólo nosotras podemos preparar la mejor lonchera, sólo nosotras cocinamos el mejor ají de gallina, sólo nosotras sabemos cuáles son las mejores galletas, el queso con menos grasa y el yogurt más saludable. Sólo nosotras sabemos cuál será el mejor el disfraz para la niña o cómo le deben cortar el pelo al niño. Entonces, terminamos haciendo demasiado pues adicionalmente creemos – por alguna extraña razón – que no es suficiente lo que hacemos y que tenemos que hacer más, más y más. Todo esto siendo flacas, regias y vestidas a la moda.
Alguna vez han visto a un hombre estresado por organizar los clósets, guardar la ropa de invierno, atender en la tómbola del colegio, ayudar en la kermesse o por preparar las sorpresas más espectaculares para el santo de los niños o por no tener los brazos definidos? ¡No! Y nunca lo verán, pues ellos no tienen este síndrome de la perfección por el cual las mujeres creemos que debemos ocuparnos de todo lo que nos rodea y estar perpetuamente ocupadas sin merecernos un descanso.
Este síndrome afecta más claramente a las mamás a tiempo completo y a las amas de casa, pues la mayoría de personas incluyendo a ellas mismas, no consideran esta labor como un trabajo y por lo tanto, tratan de compensar este sentimiento comprometiéndose a apoyar con otras tareas en el poco tiempo que tienen libre. Como consecuencia, viven permanentemente ocupadas, sin permitirse un respiro.
Cuidar a los niños es un TRABAJO, educar a los niños es un TRABAJO, llevarlos y recogerlos del colegio y sus actividades es un TRABAJO, encargarse de la casa, cocinar, lavar, planchar es un TRABAJO, hacer las compras es un TRABAJO. Tú trabajas. Tú mereces un descanso.
Debemos entender que no somos perfectas, que no podemos ni debemos hacer todo. Si no se puede, no se puede. Si no sale hoy, saldrá mañana y si no sale, ¡el mundo no se va a acabar! Lo que sí puede acabarse es tu salud y enferma no le sirves a tu familia.
Es importante que encontremos dentro de nuestras ajetreadas agendas un espacio para nosotras cada día: para un baño de burbujas, para un masaje, para leer tranquilas o ver un programa de tv a solas, para pintar, tejer, para una siesta o para hacer lo que queramos hacer a solas.