Hace unos meses leí en el muro de Facebook de una amiga un comentario que ella ponía bajo una foto de su hijo de 10 meses: “Quiero irme con papá o con la nana, tú eres aburrida mami”. A lo que una tía suya (mayor) le respondió: “Acostúmbrate, nosotras las mamás siempre somos las más aburridas. Somos las que nos encargamos de todo y eso, no es divertido”. “Pobres”, pensé, “yo sí soy la más divertida para mis hijos. Y ni papá ni la nana me han ganado ni me ganarán jamás”. Hasta que…
Ayer mi hijo me salió con esta pregunta (más bien digo puñal) mientras lo llevaba a la clínica. Estábamos en el carro y primero me dijo: “Papá es el más querido, porque es el más gracioso. Él me cuenta chistes y me hace bromas.” Para acto seguido, continuar ¿Por qué tú eres la más aburrida de todos? ¿Qué? Le pregunté. Yo no soy aburrida. ¿Por qué dices eso? “Es que Lucy (la nana) siempre juega conmigo, papá juega conmigo, ahora hasta mi hermana es más divertida porque jugamos a cantar. Y tú no, pues.” Dios pensé, ¿está hablando en serio? ¿Me quiere hacer sentir mal o es un reclamo sincero?
Intenté pensar en la última vez que jugué con mi hijo. No pude recordarlo. Deben haber pasado meses. Es cierto, hace tiempo no juego con él. Hace tiempo no juego con ninguno de los 3 para ser honesta. Es que hay tanto que hacer: clases de deporte, refuerzo académico para una, dos de ellos tienen terapia y además, mi hijo tiene tareas. ¿En qué momento voy a jugar? ¿En qué momento voy a ser graciosa? Estoy demasiado (pre) ocupada formando hombres y mujeres de bien para ponerme a jugar.
Me sentí triste. Según yo, yo soy recontra divertida y recontra cool, es más, hasta hace poco (ayer para ser exacta) creía que mis hijos opinaban igual que yo. Me da mucha pena. Porque además de ser un golpe a mi ego, sé que la forma en que los niños se conectan es mediante el juego y últimamente ando tan ocupada con mis quehaceres de madre y ama de casa que me he olvidado de que también es importante jugar y divertirse.
Por supuesto, ahora no se trata de que me convierta en el payaso de la casa ni que lleve un taller de clown. Tampoco, que me la voy a pasar jugando todo el día y menos aún permitiendo a mi hijo hacer lo que se le da la gana. Si no, se trata de que me acomode y agarre un equilibrio que me permita seguir (pre) ocupándome pero también, divirtiéndome y ya no me pregunten por qué soy la más aburrida.