Es normal que los niños cuando son pequeños tengan temores “pasajeros” a distintas cosas. Esto sucede porque a estas edades su vida de fantasía es muy intensa y muchas veces les cuesta separar esta misma con la realidad, se dejan llevar por su imaginación y en esta cualquier cosa puede pasar. Para ellos el monstruo del que escucharon o que vieron en la televisión tranquilamente puede existir, y puede venir a buscarlos.
Otro tipo de temores son los animales, muchos niños le temen a los perros, tal vez porque hayan visto a algún perro ladrar, porque saben que muerden o porque son grandes. También está el miedo a los doctores, claro, porque estos ponen inyecciones y duelen, y para muchos niños esto es más temeroso que para otros.
Los niños mayores tienen otro tipo de miedos, un poco más realistas y muchas veces asociados con la crítica, propia o externa, como el temor a sacar malas notas, a quedar mal frente a los amigos, etc.
Debemos tener mucho cuidado con lo que dejamos que nuestros hijos escuchen y vean, ya que muchas veces sus temores se van a derivar de experiencias personales, cosas que han escuchado, tal vez algún programa o película de grandes que vieron de casualidad o una conversación que no debieron oír. Los temores la mayoría de veces se producen por la percepción del peligro, ya sea por un monstruo o por una mala nota, todo esto se ve como amenazante.
¿Qué podemos hacer frente a los temores?
Para empezar debemos tener en cuenta que estos miedos son pasajeros, normales y forman parte del desarrollo de casi todos los niños. Tratemos de hacerlos sentir seguros, tratando de infundirles bastante confianza y que sientan que pueden contar con nosotros para hablar abiertamente de lo que sienten. Tengamos cuidado de no ser demasiado protectores o de ridiculizar lo que dicen “no te pases como vas a tener miedo de eso!”. Simplemente hay que contenerlos y apoyarlos y los miedos pasarán.
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