El lenguaje y el habla se relacionan pero son diferentes.
Es común encontrarnos con niños que:
- pueden pronunciar correctamente las palabras, pero les resulta difícil unir más de dos palabras,
- niños que se expresan correctamente pero no logran entender lo que otros niños les hablan o
- niños a los que les resulta difícil seguir instrucciones.
Cuando hablamos del lenguaje, nos referimos a la forma en la cual nos expresamos y en como recibimos la información, es decir, en comprender y ser comprendidos por nuestro entorno, mediante la comunicación verbal, no verbal y escrita. El desarrollo del lenguaje del niño se inicia desde que nace con:
- sus primeros llantos, balbuceos, miradas y sonrisas,
- adquiriendo poco a poco palabras nuevas que enriquecen su vocabulario,
- conociendo el significado y lo que representa cada palabra utilizada,
- combinando palabras, creando frases con sentido, apropiadas a distintas situaciones que se le presenten.
Por otro lado, cuando hablamos del habla nos referimos a la expresión oral del lenguaje a través de una secuencia de sonidos, es decir, el habla se encarga de la articulación, voz y fluidez con la que el niño emite los sonidos formando palabras. Para la producción del habla el niño necesita integrar diversos sistemas:
- nervioso
- auditivo
- respiratorio
- estomatognático (succión, deglución, masticación, respiración y fonoarticulación),
- estructuras fonoarticuladoras (mandíbula, maxilar, labios, lengua, paladar, velo del paladar, arcadas dentarias, etc.)
Finalmente, si observamos que nuestro niño tiene dificultad para entender a otras personas, o para expresar sus pensamientos, emociones e ideas es posible que presente un trastorno del lenguaje; por el contrario, si el niño tiene dificultad para producir correctamente los sonidos del habla, con problemas en la fluidez y voz, entonces es probable que se trate de un trastorno del habla. En cualquiera de los dos casos se recomienda consultar al especialista para una intervención temprana y óptima.