Hablemos del vínculo de nuestros hijos con las nanas, aquellas personas que nos ayudan con nuestros peques en el hogar. Representan una ayuda valiosísima y en algunos casos indispensable; sin embargo el vínculo que se genera con ellas no atenta contra el vínculo que el niño establece con mamá; ojo no se trata de entrar en competencia !
Lo importante es escoger a la persona adecuada. Una persona madura, responsable y que tenga la posibilidad de contactarse “afectivamente” con nuestro niño. Porque finalmente las labores básicas como cambiar el pañal y darle la comida pueden ser aprendidas por la mayoría de personas pero una capaz de querer a nuestro hijo, de abrazarlo con cariño, de sentarse en el piso a jugar disfrutando con él y cantarle entre otros, no es fácil de conseguir.
En la medida de lo posible evita cambiar mucho a la persona que está a cargo de tu hijo porque se establecen vínculos importantes. La persona a cargo del cuidado del niño debe hacerlo a gusto porque finalmente eso se traslada en la relación que establezca con tu hijo.
¿Qué hacemos cuando cambiamos de nana?
Tal vez no buscar rápidamente un reemplazo sino darse el tiempo de encontrar a la persona idónea. Ideal si por mientras puede ayudar la abuela u otro familiar, o tal vez tomar unos días de vacaciones del trabajo. No hablamos sólo de la persona que ya no está en casa, sino de la relación que había generado con nuestro hijo.
“Yo trabajo, el niño está casi todo el tiempo con la nana, ¿le afectará más en este caso?”
Muchas mamás trabajamos fuera de casa pero si somos afectuosas y nos involucramos día a día, podemos ayudar a que nuestro hijo se reponga porque sabe quién es su papá y su mamá, no es que se confundan con las nanas. Pero, de todas maneras sienten tristeza si se aleja la nana que lo acompañó por buen tiempo. El niño puede manifestar este sentimiento invirtiendo el sueño, comiendo mal por días… Pese a que nuestro hijo no tenga el lenguaje para decirnos lo que piensa, él nos hará saber que notó el cambio.